¿Cuántos de ustedes tienen hijos en edad de utilizar el móvil?
¿Y cuántos de ustedeshan intentado alguna vez irse de vacaciones con ellos a un lugar donde no hay Internet?

Definitivamente, ya no quiero vivir sin Internet. Me gusta pasar el tiempo jugando en Internet y soy plenamente consciente de las ventajas de un mundo en red.
Pero el otro día busqué en Google cuánto cuesta una canoa y, desde entonces, recibo por correo electrónico anuncios de todo tipo de fabricantes de canoas.
Soy adulta, esto me molesta mucho, pero se borra el correo y ya está.
No es así con mis hijos. Se mueven por internet de una manera completamente diferente, y esto no es una afirmación científica, sino simplemente mi experiencia personal como madre de tres niños en edad de navegar por internet.
Pasan horas hojeando vídeos y fotos en Instagram y les da pánico perderse algo si no están conectados todo el tiempo.
No puedo quitarles el teléfonomóvil ni prohibirles el acceso a las redessociales, eso sería estar totalmente desconectado de la vida.
Pero aunque me esfuerzo mucho por dejarles claro que en las redes sociales sólo se encuentran mundos ilusorios bien dibujados y me dan regularmente la razón, siguen sin poder escapar a la fascinación y continúan dejándose deslumbrar por ella.
Fieles al lema: hay algo de verdad en cada rumor, pero en secreto creen lo que las redes sociales escenifican para hacerles creer.
El otro día le pregunté a la novia de mi hijo qué quería hacer después de terminar el instituto y su repuesta fue: «Quiero ser una influencer», al menos utilizó la forma femenina…

Lo que quiero decir es que por muy bien que eduquemos a nuestros hijos e intentemos que sean aptos para Internet, siguen creyendo lo que ven y no pueden escapar a la influencia mágica. Y lo peor es cuando luego ven y experimentan cómo otros (o ellos mismos) son directamente vapuleados en el anonimato de la red.
Todo lo que no te está permitido decir en casa – todo lo que va contra toda decencia – todo lo que va contra toda norma de buena convivencia humana – todo lo que te está permitido decir en Internet sin que tenga consecuencias para ti.
¡Viva la protección de datos!
Mi hijo intentó apuñalarse con unas tijeras cuando tenía 11 años porque sus compañeros de clase le acosaban mucho, y mi hija empezó a cortarse los brazos porque se sentía totalmente excluida por sus compañeros.
Antes de Internet, los niños se peleaban -tampoco de forma agradable, pero sí más honesta-, ahora llevan a otros al suicidio de forma anónima y los adultos nos limitamos a mirar que alguien cuelga la historia en Facebook.

Desde luego, no soy una teórica de la conspiración, pero permitimos que algunas corporaciones tecnológicas influyan en nuestras vidas y en las de nuestros hijos para recopilar datos y ganar dinero y no hacemos nada al respecto. Permitimos que los recopiladores de datos manipulen las opiniones y destruyan así la confianza en la política y, en última instancia, en nuestra democracia.

Un globo aerostático se pierde en la niebla. La tripulación ve a un hombre caído en el suelo.
Descienden y preguntan al hombre dónde están.
Después de mucho tiempo llega la respuesta: «Están en el aire».
¿Porqué es científico?
1) Tardó mucho en contestar.
2) La respuesta era claramente correcta (¿no?).
3) ¡La perspicacia era completamente inútil!

Internet y el espacio virtual son el futuro, eso está claro y tiene que ser así.
Pero necesitamos normas para no olvidarnos de ser seres humanos en este espacio, con actitudes y valores.
No debemos permitir que un director general narcisista o psicópata, que se ha abierto camino sin piedad hasta la cima de una empresa mundial para ganar dinero y más dinero, ignore y manipule todo lo que nos hace humanos.
La tecnología se desarrolla a una velocidad vertiginosa.
Porfavor.
Sé rápido también. No te pierda en interminables y áridas discusiones sobre fiabilidad y validez estadística. Abre los ojos y verás lo que ocurre cuando lo dejas todo…
Pero puedes hacer algo al respecto, ¡Así que hazlo!